viernes, 4 de enero de 2008

El carrito


Por fin nos hemos decidido y hemos comprado el carrito. Mañana iremos a por él. Es más o menos este que veis, naranja y gris reversible, esperemos que sea cómodo para el bebé porque llevo toda la noche pensando si será el adecuado, si cuando salgamos del hospital le tendremos que poner en el cuco o en el matrix, si se enganchará bien al coche, si tendrá frío, si sabremos montarlo y desmontarlo porque claro, en la tienda te dicen "mira, con una mano", mientras tú les observas fascinado por la rapidez de la operación pero sin fijarte en cómo carajo se hace.
Luego los pensamientos derivan hacia ese momento de llegar a casa y del viaje. Apenas son 30 minutos del hospital a casa pero yo me pregunto ¿cómo puede uno conducir y llevar a su hijo en el coche a la vez? ¿podré mirar otra cosa que no sea él? ¿conduciré yo?... dios mío ¿conducirá David?
Luego, una vez en casa ¿qué haremos? ¿llorar? ¿reír? ¿dormir? ¿bañarle? Yo supongo que nos quedaremos con cara de imbéciles, mirándole, mirándonos y preguntándonos (sin que se note mucho) ¡qué carajo hacemos! con un miedo que ni los Duques de Carrión cuando vieron al León (que según mi abuelo se cagaron en los pantalones).
Pero bueno, todo esto son elucubraciones sin sentido que tal vez no tengan nada que ver con la realidad pero que así, a priori, son las que se me vienen a la mente cuando pienso qué pasará cuando el sueño por fin llegue a término.

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