lunes, 16 de agosto de 2010

El verano de Gael














Están siendo unos días preciosos y Gael cada día nos sorprende más. Comenzamos el verano con obras en casa para convertir nuestro hogar aún más en paraíso. Hay nuevos árboles, nuevos colores, nuevos rincones y una piscina; y en el centro de todo eso, nuestro pequeño que habla como un lorito, sólo usa pañal para dormir y ha abandonado su "tatato" por chocolate. Una lástima.
Casi sabe hacer volteretas, le encanta bañarse, jugar al corro de la patata y bailar (agárrense) el Waka Waka. Y es que Gael ha sido testigo sin saberlo de ese hito en la historia del deporte nacional que ha supuesto que España gane el mundial. Pero a él en realidad le da igual quien haya ganado o perdido, porque por generación espontánea le corre por la sangre un excesivo honor patrio, del que carecen sus padres, y lo que más feliz le hace es vestir de "español". Esa equpación que le regaló su tío Lucas se ha convertido por imposición de mi pequeño tiranito en el uniforme del verano. No importa que esté sucio, mojado o metido en la lavadora, él lo rescata de donde esté y dice "A poner el del español" y por lo general, sus deseos son órdenes.
De pronto te sorprende con palabras que no sabías que conocía, o expresiones, o gestos o historias fruto de su magnífica imaginación. Te dejan helada sus besos y mimos o sus "No llores, ven mamá, no llores" cuando cree que estás triste y mientras acaricia tu cara con su manita.
Sigue siendo tremendamente tímido cuando conoce a alguien y luego, cuando coge confianza absolutamente disparatado y único. No se da a cualquiera Gael, es como un misterio casi infinito, que va descubriendo muy poco a poco sus prismas y le mires por donde le mires te asombra.
Nos quedan aún quince días de verano, para disfrutarnos y crecer, quince días para ser aún más felices y estar en cada segundo de su vida, atrapándolo, impregnándonos de él y de su magia.