sábado, 12 de junio de 2010

Días extraños





Han sido días extraños los de este último mes. Días tristes, de despedidas que parten el alma y duelen más allá de lo imaginable. Días en los que uno parece quedarse estancado, anclado a una extraña sensación de fracaso mientras ves como la vida sigue girando ajena a ti. El tiempo lo cura todo, eso dicen. Pero hay algo mucho más poderoso que el tiempo, un algo que ya canta caracol col col, que repite con el mismo ímpetu que recogen tus labios las palabras malsonantes que nunca debimos aprender, que además forma, en sus ratos de charla consigo mismo frases como "Joder, que pesada la lluvia esta" y a una le dan poco menos que ganas de darse un bofetón mientras, por otro lado, intenta aguantar la risa.

También de pronto entre cabezazo y mordisco deja salir de su boquita linda un "Te quiero mucho mamá" que cura cualquier daño posible.

Y ahora come pizza y lomo y puré y estofado y sopa y pescado. Ahora ya no hay que llorar, devora con avidez casi todas las suculentas viandas que le ofrecemos.

Está cambiado mucho Gael y nuestras vidas a su son, al ritmo de su aliento y nuestros sueños con los suyos.