Os decía que se disfrazó dos veces, una para la guarde y la otra ¡para el abuelo! Fue como un hechizo... Mientras miraba posibles disfraces encontré EL DISFRAZ. Un traje de torero Made in China de color rojo chicle, o sea casi rosa hecho de una tela que yo que sé que qué sé yo. Evidentemente no podía pasar la oportunidad de vestir de torero a mi niño a ir a visitar al abuelo Manolo, maestro del toreo de salón para que, directamente, se le cayese la baba.
Así que como a todo príncipe que se precie le besamos y... se convirtió en novillero.
Aquí está el resultado.